Eugenio Montejo: La durmiente.




La que amo duerme lejos, en otro país,
en otro mundo,
aunque su cuerpo al lado me acompaña.
Cierra los ojos y desaparece,
se va, la noche me la niega;
no hay aviones que lleguen adonde se dirige,
ninguna palabra me borra su silencio~.
La que amo ya no se ve en el horizonte,
palpo sus manos, sus pies y no la alcanzo,
cruza la sombra y se me pierde ...
Su cuerpo está conmigo pero dentro no hay nadie,
es una casa sola,
una casa olvidada, desierta;
y no obstante en el fondo, si me asomo,
una llama dorada titila

y nunca se apaga.

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